Han sido doce meses muy largos sin la presencia del maestro Alfredo Benítez. Teníamos por norma reunirnos todos los lunes del año, se precisara acudir o no al programa de radio. Y cada uno de ellos, así durante casi 30 años nos sorprendía con la profundidad de sus comentarios.
Más allá de su dedicación al flamenco en cuerpo y alma, estaba su persona; llena de luz y de paz. Hoy día, que todo parece una competencia y una exhibición en este mundo de redes, Alfredo era todo lo contrario. Siempre colocado en un segundo plano, aprovechaba el momento preciso entre sus silencios para lanzar sus opiniones con una gran humildad; pese a que venían siempre de un pozo de vivencias y sabiduría. Incluso, le molestaba el apelativo ‘maestro’ que le puso el pueblo de modo espontáneo. También se encontraba su generosidad; jamás quiso contraprestación alguna para enseñar el cante o participar en actos o conferencias.
Un día me regaló un libro y me dejó firmado que había que aplicar el amor por encima del conocimiento. Era precisamente su lema con el flamenco para entregarse por completo a sus insondables misterios. Con el único afán de devolver a los demás cuanto el cante le había regalado a él. Otro día, me dijo con lágrimas en los ojos que nuestro arte le había salvado la vida en momentos concretos de su existencia. Así, literal.
Es muy triste, pero la verdad es que no sabemos la riqueza que esconden momentos que creemos cotidianos hasta que lo perdemos. Y hoy, un año después de su adiós, daríamos lo que fuera por ir al programa y luego tomar esa copa de oloroso entre charlas y tareas. Pararnos ante la placa que, por cuestación popular, pusimos a Mojama para ir hacia La Constancia jubilosos y llenos de armonía para toda la semana…
Esa inmensa riqueza que hoy vive en nuestros recuerdos. Tan sólo queda el consuelo que Alfredo Benítez fue muy feliz en su programa y, al mismo tiempo, nos hizo a todos muy felices con su presencia y sus comentarios. Refugiados en Internet, aún seguimos en activo, así fue su último deseo y de algún modo su triunfo porque cada día sigue vivo en nuestros caminos. Aquellos que lo eran tanto del cante como de la vida.
José María Castaño @Caminosdelcante
Que bonita reseña!! Grande Alfredo y Jose Maria
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