Desde que, hace ya más de una década, comenzó la singladura de nuestro proyecto Flamenco & Sherry Experience, hemos aportado nuestro granito de arena para que los vinos de Jerez se hagan presentes en enclaves que, por distintas razones, no son muy consumidos. (Fotos enviadas por Diputación de Valladolid)
Ocurrió en Ámsterdam donde un numeroso grupo de jóvenes descubrió el jerez por vez primera; y en Dublín por dos años consecutivos, allí donde el sherry se identificaba tan solo con las celebraciones navideñas… O en una cata a 2.600 metros de altitud en Andorra, gracias a El Soniquete de Lola. Y qué decir de Francia, un mercado siempre difícil para los vinos jerezanos. Ahí quedan las conquistas para nuestros caldos en ciudades galas como Lyon, Mont de Marsan, Nimes o Albi en Toulouse…

Gracias a la ilusión y empeño de nuestro amigo Antonio Rodríguez García de Valladolid, nuestra embajada de vinos de Jerez y sus cantes desplegaron toda su magia nada menos que en el mismísimo corazón de la DO Ribera del Duero. Ahí es nada. Fue el pasado 1 de octubre en el majestuoso castillo de Peñafiel ubicado en pleno corazón de la Ribera del Duero, fortaleza del siglo XIV declarada Monumento Histórico Nacional en 1917, donde se encuentra el Museo Provincial del Vino patrocinado e impulsado por la Diputación de Valladolid.

Rodeado de gente maravillosa del vino de esta tierra y nuestros incondicionales amigos de la peña la Siguirilla de la capital pucelana, pudimos desarrollar nuestra interacción de los vinos de Jerez y los cantes que le son más afines por las características organolépticas de unos y las musicales de los otros. Una relación que va mucho más allá de un simple maridaje. De este modo, el fino, el amontillado, el oloroso, el palo cortado y el cream se convirtieron en los embajadores del espíritu de Jerez. El mismo que, hecho cante, inunda una copa y como expresión musical toma el color ambarino del vino.

Para ello, pudimos contar con la inestimable colaboración de los artistas Caracolillo de Cádiz, al cante, y Miguel Salado de Jerez, a la guitarra, quienes se erigieron en idóneos portavoces de los vinos para hacerlos cantes con enjundia y sabor. Cómo no, con la acertada compañía del destacado sumiller y premio nacional Miguel Ángel Benítez Rodríguez, todo un enamorado del Sherry quien también empujó lo suyo para la causa jerezana en tierras vallisoletanas.

Al día siguiente, correspondió en suertes al querido y admirado compañero Manuel Curao, quien hizo las delicias del público mostrando unos profundos conocimientos flamencos que fue regándolos con los excelentes vinos ribereños del Duero. También estuvo acompañado por Miguel Ángel Benítez.

No queda sino agradecer a todos quienes hicieron posible este hermanamiento del flamenco y de los vinos de las DO Jerez y Ribera del Duero. Especialmente a los responsables del Museo del Vino de la Ribera del Duero en Peñafiel (Valladolid) por su cariñosa acogida. Dos destacadas denominaciones de origen de nuestro país que se fundieron en un fraterno abrazo lleno de aromas y de un bouquet que es ya eterno.
José María Castaño @caminosdelcante
