El fallecimiento de Manuel Herrera Rodas, quien fuera uno de los impulsores de la Bienal de Sevilla, ha causado una honda conmoción al mundo flamenco. Deja una estela de hombre cabal y respetuoso que tuvo, entre sus mayores virtudes, algo tan sencillo y, a la par tan difícil, como el saber escuchar. (La fotografía es por gentileza de Paco Sánchez)
Todos los sectores del flamenco, desde artistas a programadores pasando por los aficionados han coincidido en sus comentarios. Una unanimidad que el mundo flamenco es harto complicada por no decir casi imposible. Pero Manuel Herrera nos ha puesto a todos de acuerdo por su aportación a nuestro arte; es una pérdida dolorosa e irreparable.
Podíamos enumerar sus logros pero ya están publicados en las redes de modo suficiente. Yo me quedo con un detalle que es para mí el más importante. Tras el gestor cultural, ya fuera en las primeras Bienales de Sevilla o en su época de los Jueves de Cajasol, había un aficionado de los de verdad. Un concepto que atiende a la virtud de saber escuchar para discernir los valores auténticos a la hora de programar y de proponer.

Acostumbrados que estamos a tratar con gestores culturales soberbios e incapaces de autocrítica, Manuel Herrera era un mundo distinto. Y todo porque sabía escuchar desde la humildad, acudiendo a quien le podía ilustrar cualquier aspecto que desconocía. Todos hemos coincidido en este aspecto: la suya era una posición de servicio porque amaba la cultura flamenca por encima de todo. Nunca se colocó por encima de nada ni de nadie. Todo un ejemplo para gestores de tres al cuarto que abundan demasiado en nuestras instituciones sin más mérito que el carnet de un partido.
En muchas conversaciones, aparte, descubrí en Manuel Herrera una profunda admiración por el flamenco de Jerez. Muchos de sus artistas le estarán muy agradecidos porque contaba con ellos siempre en sus programas. Manuel Herrera ha dejado un reguero de cordialidad y buen hacer. Por ello, siempre será recordado con un cariño inmenso de quienes tuvimos la suerte de tratarlo y aprender de su honestidad. Hasta siempre, Manolo.
Nuestro más sincero pésame a familiares, allegados y amigos.
José María Castaño @Caminosdelcante