Al hilo de la celebración ayer del día del Gitano andaluz, me preguntaba si es posible que la ciudad de Jerez recupere la antigua denominación de un vial que en su tiempo se llamó Gitanos o Jitanos en pleno barrio flamenco de la Albarizuela. (En el collage de portada, un padrón de la calle por Juan Manuel Agujetas; un retrato de Tomasa Leyton Vargas, madre de Manuel Torre y vecina de la calle cedida por Manuel Bohórquez y, abajo, el aspecto actual de la calle a la que se le borró el nombre de Gitanos)
Sería un acto de reconstrucción histórica y de este modo eliminar cierto desagravio hacia los gitanos en Jerez que se produjo en su tiempo; ciudad que alardea de ser un ejemplo de integración y donde jamás se conoció el racismo a los gitanos. Pero me temo que no es del todo así. Como dijo aquel, más hechos y menos palabritas y banderitas por parte de todos.
Es cuestión de pura lógica que el Ayuntamiento de Jerez actual no tiene ninguna culpa de un hecho acaecido hace más de 100 años, pero sí creemos la responsabilidad de abrir un expediente.
Cuando publiqué el libro sobre la Albarizuela de Jerez, el tercer barrio gitano y flamenco (Amigos del Flamenco de Extremadura, 2020) algunas voces escépticas plantearon sus dudas sobre la importancia histórica de este enclave como núcleo de la gitanería jerezana. Ya estamos acostumbrados a ello, por otra parte. Sin embargo, ni Santiago ni San Miguel pueden presumir de haber tenido una calle rotulada como Gitanos (también aparece como Jitanos) donde vivieron decenas de familias de este pueblo. Entre ellos, la rama materna de los Torre, los abuelos paternos de los Agujetas, los Medranos y un largo número. Aquella voces, que todo lo saben, aún siguen sin darle crédito ¡pero qué vamos a hacer! Y eso que saqué a la luz, a modo de ejemplo, el padrón de 1844, tomo 6º, donde encontramos en la actual Gómez Carrillo (antigua Gitanos) nombres como los de José Vargas; Bernardo del Carpio y Margarita del Carpio; Francisco de Vargas y Luisa Moreno; otro Bernardo del Carpio; Salvadora Fernández y María Rosario Vargas; Manuel de Vargas y María Ximénez… Ni aún así.

Sobre el origen del nombre debemos dirigirnos al insigne historiador Agustín Muñoz y Gómez, quien en su libro referencia de la Calles y Plazas de Xerez de la Frontera (Tipografía El Guadalete de Jerez, 1903) afirma lo siguiente:
GITANOS.- Es una antigua calle entre la de Don Juan y Clavel a la que se le cambió el nombre por acuerdo de 31 de julio de 1889, en la que perdió su nombre en aras de Gómez Carrillo, quien reza en la actualidad. Esta calle con el nombre de Gitanos aparece como tal en el catastro de 1752, siendo fácil explicarse su origen: la residencia de vecinos de dicha raza.
Es decir, este vial se llamó así por aclamación popular. Debió ser tan significativa la presencia de familias gitanas que el pueblo de Jerez comenzó a llamarla ‘la calle donde los gitanos’. Aunque estoy seguro que se denominó así desde mucho más tiempo atrás, al menos en la temporalidad comprendida entre 1752 (fecha del catastro) hasta 1889 así lo fue.
¿Un caso de racismo histórico que aún permanece en la llamada ‘ciudad de los Gitanos’?
Bien es cierto que la Albarizuela o San Pedro se fue perdiendo sin hacer ruido entre las brumas del tiempo para trasladarse a otros barrios de la ciudad como Santiago o San Miguel; incluso a La Asunción por aquello del traslado del matadero. Pero en 1889 aún seguían viviendo muchos gitanos en la calle de su nombre. Sin embargo, institucionalmente se decidió cambiar el nombre de la calle.
Me temo que el motivo no deja la credibilidad muy alta a quienes alardean de Jerez como tierra de promisión de los gitanos en el mundo y que jamás conoció la discriminación a los mismos. Queda un rastro de un presunto racismo que, muchos años después, podemos enterrar.

Dicho de otro modo, a la calle Gitanos de la Albarizuela de Jerez se le cambió el nombre actual de Gómez Carrillo por petición de los propios vecinos de Jerez, quisieron debieron insistir para que se le borrara el nombre. Al parecer, el procedimiento se inició por instancia de ellos mismos… Así lo deja muy claro el historiador Agustín Muñoz y Gómez, quien ya en 1903 ‘lamenta’ que se le cambiara por el Garci Gómez Carrillo, un histórico defensor del Alcázar de Jerez en tiempos de la reconquista. Al mismo tiempo, insiste que el honor a este legendario Gómez Carrillo se situara tan lejos del hecho histórico que se le atribuye por situarse aquel en la Alameda Vieja.
Es decir, el consistorio jerezano de la época debió ponerse de parte de aquellos vecinos de su ciudad que, al parecer, no querían que una calle llevara el nombre de Gitanos y decidió sustituirlo. Así de claro. Entiendo, sin querer juzgar un hecho de hace más de un siglo con la mentalidad de hoy, que se trata de un acto tal vez coloreado de cierto racismo y que debe ser restituido.
No se trata se poner una nueva calle sino de recuperar su antiguo nombre de Gitanos por un acto de reparación y justicia histórica. Menos banderitas y más hechos por nuestras familia gitanas jerezanas que tanto han aportado a lo que somos.
La ciudad de Jerez no puede dormir tranquila teniendo en su conciencia un vergonzoso presunto hecho de esta naturaleza. Así que emplazo al Ayuntamiento de Jerez, que nada ha hecho para dar conocimiento de este barrio histórico, y a los colectivos gitanos de la ciudad a que inicien los trámites para esta justa restitución.
José María Castaño @caminosdelcante
Se debería de respetar ese nombre de gitanos y reparar el daño que se le ha hecho al pueblo gitano jerezano. Y poder subsanar el daño hecho. Mi apoyo a esos gitanos de antaño que se les hizo tanto daño.
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