Jerez corrobora su falta de memoria en la Fiesta de la Bulería

La celebración de la llamada noche grande de la Fiesta de la Bulería de Jerez no hizo sino patentizar, en líneas generales, cuanto venimos afirmando hace años: la preocupante amnesia que Jerez viene mostrando sobre su propia tradición cantaora.

Es la sensación de lo vivido en Los Claustros de Santo Domingo el pasado sábado. Aquel corpus de cantes jerezanos que encumbrara a la ciudad como privilegiada cuna del cante aminora en demasía. Bien por estandarizarse en el sota, caballo y rey, bien por acudir a fuentes foráneas. No hay nada que objetar a los artistas que se arriman a la figura de Antonio Mairena, maestro indiscutible de la jondura; siempre que no se deje a un lado nuestro patrimonio y el alma que le es inherente en la expresión. ¿Estamos en Jerez de los Alcores?… Las señas de identidad hay que mantenerlas, entre otras cuestiones, para legarlas a las generaciones venideras como un testimonio único del sentir jerezano.

Si el repertorio de Jerez en la noche grande de “La Bulería” apareció a cuenta gotas, de San Miguel no se oyeron ni las campanas. De nuestras anotaciones destacamos unas imponentes bulerías para escuchar de Luis Moneo, hoy custodio del mejor metal plazuelero. El de la calle Acebuche con la vibrante salida de La Moreno puso muy caro el triunfo. También un libre recuerdo de Antonio Malena de la malagueña de Chacón; unas pinceladas siguiriyeras de Tío José de Paula y unas breves poses festeras evocando a La Paquera a cargo de Saira Malena y varias letras de bulerías de Jerez de aroma auténtico de El Tolo y El Quini, quienes cantaron al baile de Rocío Marín con las palmas de Diego Malena y Javi Peña. Todos bien acompañados a la guitarra por Juan Manuel Moneo y Antonio Malena hijo. Coincidirán conmigo que la presencia del repertorio del cante jerezano frente a lo importado fue algo más que corta en dos horas de espectáculo; como si no hubiera manantiales en San Miguel donde beber…

Un momento de la pasada Fiesta de la Bulería de Jerez 2020

Todos tenemos una alta responsabilidad con nuestra historia jonda. Si hablamos de un homenaje a uno de los barrios cantaores más importante del orbe flamenco. ¿Dónde quedaron pues los guiños a Manuel Torre, Juan Mojama, Isabelita de Jerez, El Viejo Agujetas o su hermano Domingo Rubichi?…

Jerez no puede seguir creyéndose por encima de otras zonas, queriendo vivir de las rentas y del pasado enarbolando dinastías para darlo todo por hecho. Como si fuera alguno de los círculos polares, la ciudad ve cada vez más empequeñecido su repertorio cantaor. Mas aquellos que lo lucen tampoco son convocados. Un homenaje a San Miguel o La Plazuela debe contar con sagas como los Agujetas, los Mijitas o los Méndez, mantenedores del cante plazuelero por derecho, hoy día, junto a los Moneo y otras pocas familias. Se argumenta que es por la versión reducida de este año y que estarán en el año que viene.

Porque mientras Jerez en el cante no se identifique con la verdad de su historia seguirá perdiendo la esencia de su decir, la orza madre de su expresión. Aquella que hacía temblar la tierra desde que salía el sol por la Hoyanca hasta tierras de Lebrija. Una ciudad con esa riqueza patrimonial oral no puede dejar a un lado sus centros vitales para acudir a otras latitudes y venderle su alma. Salvo si ella misma quiere condenarse al olvido. Ya lo dice la letra: torres más altas cayeron.

José María Castaño @Caminosdelcante

Publicado por Los Caminos del Cante

Programa de radio y web del mismo nombre que se emite desde Jerez de la Frontera

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