Resulta emocionante comprobar la cantidad de historias humanas que hay alrededor del del flamenco internacional; dignas de un serial «Flamencos por el Mundo». Creo que descubriríamos hasta dónde es capaz de llegar nuestro arte en el día a día de aquellos cuya banda sonora es una guitarra o un quejío. Hoy les voy a contar una apasionante, la de Robert Thomas, bombero de Alaska que corta árboles escuchando a Moraíto.
Estos encuentros suelen ser casuales – o tal vez no tanto, pues hay algo que nos conecta a todos los aficioandos del mundo – … Lo cierto es que tras un largo período, más del necesario, sin repasar algunos toques de guitarra aproveché una tarde para ir a la Academia de mi profesor y amigo José Ignacio Franco.
Ya en mi puesto me puse a tocar por soleá- si me permitís utilizar este término así de modo tan gratuito – sin pensar en ningún momento que el alumno que estaba a mi lado haciendo lo propio con unas falsetas por bulerías de Moraíto era un bombero de Alaska (Estados Unidos), según me advirtió José Ignacio.
Así que interesado comenzamos a medio entendernos en una suerte de spanghish que es mejor para todos no reproducir. Me dijo que se llamaba Rob y que trabajaba en los bosques de Alaska formando parte del cuerpo de Bomberos; una tarea muy dura y en condiciones extremas que le permitía tener seis meses de vacaciones tras seis meses de arduo trabajo a temperaturas bajo cero. Aprovechando uno de estos períodos vacacionales es cómo había recalado en Jerez porque se confesaba un profundo admirador de nuestro añorado Moraíto y al que muchas veces escuchaba mientras cortaba árboles o venía de apagar un fuego.

Seguimos conversando y la verdad es que me llevé una gran sorpresa con sus comentarios ante alguna de mis preguntas; pues el flamenco es algo más que una música es un modo de vivir y para muestras leed que nos ha escrito Robert tal cual:
Bonita y emotiva historia, el flamenco es eso, en cada aficionado se manifiesta de diferentes maneras, pero con el mismo sonido.
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Totalmente de acuerdo. El flamenco es algo que tiene que ver con el espíritu, el humano y el divino, ambos hermanos, pues Dios es fuente y caudal de todo lo que hay y habrá. El flamenco como terapia emocional. No tengo ninguna duda de que eso es muy acertado. La vida como obra de arte que decía el filósofo F. Nietzsche, que seguro habría arrancado unas palmas por bulerías.
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