Recuerdo aquel día como si fuera hoy mismo. Entonces ya había comenzado mis labores radiofónicas en Onda Jerez cuando en un espectáculo que dábamos en directo y entre el público corrió un rumor tan imprevisto como fatal. (En portada: montaje inédito sobre unas casi últimas fotos del Pica, en Granada de nuestro gran amigo Curro del Realejo de Granada extampitasflamencas)
«¡Se ha muerto Luis de la Pica!» vinieron a decirme. Y en aquel Cine Astoria, en plena actuación, se hizo un silencio que aún llega a nuestros días. Aunque según nuestras cuentas, Luis Cortés Barca «el de la Pica», falleció el 8 de agosto y no el 7 como se ha adelantado por algunos medios.
He rescatado de nuestra bodega de papel y de la sonora dos archivos para homenajear a nuestro recordado y añorado Luis de la Pica. Algún día me decidiré a escribir algunas anécdotas muy cercanas. De momento os dejo el artículo que escribí para el DIARIO de JEREZ con motivo de su fallecimiento el 8/08/99, según tengo anotado. Entonces era mucho más joven pero salió esto desde el corazón. Dos días antes de su adiós, Luis de la Pica acudió a plena luz del día (muy rara vez lo hacía) al Bar del Arco de Santiago como si quisiera despedirse de todos.
EL ADIÓS DE LUIS DE LA PICA
Reconozco que no me gustan las despedidas. Menos aún cuando son definitivas y no permiten algún reencuentro esporádico. El pasado viernes seis de agosto fui fortuito protagonista de una de estas despedidas. O quizás no fuera un hecho tan azaroso. ¿Quién está capacitado para comprender las reglas del destino y su caprichoso eje de ruleta rusa? Tras una mañana de estudio en el Centro Andaluz de Flamenco me encaminé al Bar Arco de Santiago, regentado por el buen amigo Agustín Vega. Justo a la entrada, conversa otro Agustín, apodado como “el Pantera”, con una chica francesa cuyo nombre no recuerdo con exactitud. Alguien jugaba a la máquina tragaperras. Tomasito el torrontrontero formaba tertulia con algunos amigos, quizás sobre su nuevo disco…
A la puerta llegó un taxi de cuyo habitáculo bajó un hombre con aspecto cansado, como si los rayos de sol le molestasen. Su andar templado y sus amplias barbas blancas enseguida delataron que se trataba de Luis “el de la Pica”, posiblemente de vuelta de algunas esas noches de bohemia y cante.
Ya en el bar, me comentó que había sacado un par de letras nuevas. Esas letras que lo mismo cantaban a las olas del mar que a tardes vestidas de corinto o a jardines de nubes blancas con flores de terciopelo. Letras que con belleza han ensalzado el amor, la vida y la muerte, los tres temas principales de la poesía flamenca. Con un lenguaje poco preciso y menos entendible aún, dijo: “Agustín, convía a mi Pepito, que quiere mucho al Pica y me pone mucho en la emisora”. Saboreando el fino de nuestra tierra, me dijo que cuándo lo iba a llevar yo al “Reverbero” (programa de TV local) para hacerle una entrevista en condiciones. Me quería hablar de muchas cosas, de sus vivencias, de su soledad, de su peculiar modo de entender el mundo y de cómo su cante era un reflejo de ese desorden acompasado que suponía su existencia.
Agustín “el Pantera” reclamó mi atención para que le explicara a la chica francesa en qué consistió exactamente el acto de la peña el pasado sábado. Medio me entendió. Al volver de nuevo con Luis para apurar el catavino me lo encontré llorando. Unas lágrimas acanaladas iban desembocando en la orilla de sus barbas blancas y espesas mientras su mirada buscaba algún punto en que fijarse. Seguramente buscaría el cuadro de Rafael de Paula donde pegaba, digo soñaba, una de sus medias verónicas antológicas. No es que me extrañaran en exceso esas lágrimas, pero lógicamente le pregunté y me respondió balbuceando: “ José Mari hijo, es que me he acordao de mi mare Pica y me he puesto a llorar. Esa es la sensibilidad que llevamos dentro los artistas.” Tras esta concisa respuesta giró y se marchó vaporosamente, con un ademán algo parecido a ese paseíto majestuoso y templado que daba tras su pataíta por bulerías. Y esas lágrimas, no sé por qué, me sonaron entonces a despedida.
Ignoro cómo quedará registrado Luis en la historia del cante, una historia tantas veces falseada por distintos intereses y otras tantas tremendamente injusta. Pero sin lugar a dudas, todos los que tuvimos la suerte de compartir momentos y fiestas con él, de verlo actuar en cualquier festival, recordaremos ese temple muy parecido al de Curro Romero, ese compás santiaguero medio soñado, medio inventado y esas letras…. Letras que lo mismo cantaban a las olas del mar, a tardes vestidas de corinto, al murmullo del barrio o a jardines de nubes blancas y flores de terciopelo.
Artículo de José María Castaño a su amigo Luis de la Pica con motivo de su fallecimiento, el 8/08/99 y publicado en DIARIO DE JEREZ.
Grabación inédita de Algeciras con Moraíto en 1986
Y también en su homenaje, en día tan señalado, actualizo para todos los caminantes un recital inédito que tuve la suerte de encontrarme en una vieja cinta cassette. Unos cantes inéditos con la guitarra de Moraíto correspondiente a una Fiesta de la Bulería de Algeciras de 1986.
Programa sobre el que decíamos:
Recuperamos en nuestro programa una actuación que permanecía inédita en una vieja cinta casset que me cedió el gran aficionado Bomba de Jerez. Pertenece a la Fiesta de la Bulería de Algeciras de 1986. Luis tenía 36 años y Moraíto 30. El sonido es de cinta y no es el mejor, de todos modos un documento a disfrutar. También escuchamos a Paco de Lucía de inicio.
¡Y que nuestros caminantes lo disfruten, va en tu imborrable recuerdo Luis!
Pinchar en este enlace para escuchar en programa: