(Por Luis Ybarra).- El Compás había sido duramente golpeado con el fallecimiento de Antonio Gades, La Paquera y Chocolate, antiguos homenajeados por este premio. Por eso en el año 2006 el galardón lució un brillo oscurecido. Pero a fuerza de golpes se forjan los metales, bien lo saben las fraguas, y la distinción, sin olvidar el eco de su memoria, se volvió a inclinar hacia la belleza de la escuela sevillana de baile. Así Merche Esmeralda se convertiría en la siguiente «Nobel de Flamenco».

Y fue en Algeciras, algunos años más tarde, cuando Matilde Coral descubrió la hermosura de sus manos, que dibujaban versos de arena en cada compás. Entonces la maestra se volcó con ella, potenciando sus cualidades innatas. Merche Esmeralda despuntaba y su gracia exquisita le llevó a hacerse con el Premio Nacional de Baile en el Concurso de Arte Flamenco de Córdoba. Comenzaban los años 70. Y con ellos importantes apariciones en televisión.
La sevillana viajó junto a su baile por diferentes países, representado en sus espectáculos un concepto único de este arte. El concepto que le brindaron las mantones de manila de su tierra natal. Y así se lo mostró al mundo, mientras alternaba su actividad impartiendo algunas clases magistrales. En 1989 fundó el Ballet de la Región de Murcia, donde dejaría obras como «El cielo Protector» y formaría a bailaores de la categoría de Joaquín Cortés.
Más adelante, en los 90, participó en dos películas trascendentales bajo la dirección de Carlos Saura: «Flamenco» y «Sevillanas». Y la guajira se plasmó en la historia entre delicias y abanicos. Porque así ha sido Merche Esmeralda: encanto sutil y amor por la danza. Una hermosura de extremada delicadeza. Una mujer con lino en las entrañas. Un cuerpo que huele a naranjo y baile. Decía una copla que primero nació Sevilla y luego fueron las flores. Ahora la voz de una esmeralda lo ha dicho:

Entrevista Merche Esmeralda.
¿De dónde viene tu apellido artístico: Esmeralda?

– ¿En quién se ha fijado más a la hora de bailar?
La verdad es que tuve la suerte de estar con los mejores del momento. Antiguamente los primeros que salían a actuar siempre eran los teloneros. Junto a otras niñas salía a hacer fandanguitos de Huelva, alegrías y otros bailes para calentar el ambiente. Luego ya salía Matilde Coral, Trini España, Farruco o Rafael El Negro… Yo era como una esponja. Y qué mejor escuela que esa. Yo cogía todo lo que me gustaba, tanto de los maestros como de los compañeros. Y así me fui formando, porque no había tantas escuelas.
– ¿Tiene algún lugar donde le sea más especial bailar?
En mi tierra, por supuesto. La adoro y siempre me ha gustado bailar aquí. Aunque Sevilla es mucha Sevilla, y también me ha llenado de terrores. Siempre tuve ese doble sentimiento: el miedo y el placer de hacerlo. También ha habido otras ciudades que me acogieron con cariño, como Madrid, donde me desarrollé más como bailarina y encontré muchas oportunidades. Y ya por último los grandes teatros del mundo, como el Metropolitan de Nueva York o el Kremlin de Moscú. Es precioso poder contar esas cosas.
Luis Ybarra.