De muy pequeño, Sebastián escucharía a su madre pregonar berzas y tagarninas mientras, de fondo, el compás de la bulería se haría presente en la brevedad de su ser. Aquellos ecos abiertos a la antigua playa de San Telmo con rumores lejanos del Campillo y La Hoyanca.
Los comienzos de El Niño de la Berza con el artisteo, a la temprana edad de doce años, no fueron nada fáciles. Mas serían toda una universidad flamenca donde las vivencias suman al tres por cuatro. Los flamencos de aquel tiempo llamaban a esas horas de intemperie ‘buscarse la vida’, a sabiendas que el resultado siempre era incierto. El joven Sebastián, cada noche, iba al parque de la Rosaleda en la que se situaban como islas encendidas aquellas ventas como El Altillo, Maribal o Benjamín a la espera de señoritos aficionados. «Era lo que había», me comentó en cierta ocasión Tío Sordera refiriéndose a aquel ambiente del Triángulo de las Bermudas del González Hontoria.
Encadenadas con aquellas largas madrugadas, salían algunas fiestas en las bodegas del marco jerezano de la mano de Manuel Morao, quien también lo reclutaría para sus afamados Jueves Flamencos. Sebastián Acevedo, muy pronto, sobresalió como un absoluto dominador del ritmo y el compás. Una redoblada habilidad que lo llevó a exhibirse en algunas compañías, destacando algunas apariciones con su paisana Lola Flores, por citar algún ejemplo significativo. Luego, en la década de los 70 participó en numerosos festivales, especialmente en la Fiesta de la Bulería de su Jerez natal auspiciada por la Cátedra de Flamencología. Ensolerada institución que le otorgaría con todos los merecimientos la Copa Niño Gloria por aquellas calendas.
«Se puede decir de El Berza que era un consumado especialista de la bulería. El propio Juan de la Plata llegó a decir que, después de La Paquera y Terremoto, casi nadie ajustó con más veracidad el compás de la bulería. Llegó a personalizar algunos giros cuando engarzaba con gran jerezanía algunos cuplés de manera vertiginosa»
Resulta curioso cómo algunos intérpretes se han especializado en un solo y determinado estilo opacando todos los demás de su repertorio. Se puede decir de El Berza que era un consumado especialista de la bulería. El propio Juan de la Plata llegó a decir que, después de La Paquera y Terremoto, casi nadie ajustó con más veracidad el compás de la bulería. Llegó, incluso, a personalizar algunos giros cuando engarzaba con gran jerezanía algunos cuplés de manera vertiginosa.

Ya en mi libro De Jerez y sus cantes (Almuzara, 2007) resalté un detalle que avala todo lo antedicho. En el LP compartido Fiesta de la Bulería (CBS, 1971), bajo la producción de Manuel Ríos Ruiz, aparece hasta en cuatro cortes. Un detalle muy a tener en cuenta, si vemos que sus compañeros de vinilo eran nada menos que Terremoto, Romerito, Sordera y su hijo Vicente, Lorenzo Gálvez, el Juanata y José Vargas el Mono, junto a las guitarras de Manuel y Juan Morao.
Precisamente, recopilé todo este material a petición del propio Sebastián y le añadí unas grabaciones que me llegaron de un festival de Bornos en el que participó con Manuel Moneo. Aquello cristalizó en un disco de Bujío Producciones remasterizado en estudios La Bodega de Jerez en 2004 con el título de Los cantes a compás de El Berza por bulerías. Un año antes, lo llevé al espectáculo Los Venerables en las fiestas de otoño 2003, que organicé como prólogo a una actuación de Antonio Núñez ‘Chocolate’. Muy pronto compartiré un pódcast de la serie Caminos con todos estos registros, desgraciadamente ya en su recuerdo.
Por desgracia, alejado de los escenarios por una trombosis, apenas si dimos cuenta de este enorme festero jerezano que nos dejó el pasado 8 de octubre a la edad de 85 años. ¡Que su Cristo de la Expiración, eterno Manijero del Campillo jerezano, lo tenga en su santa gloria!
José María Castaño @caminosdelcante

Deja un comentario