Adiós a José Manuel Martín – Barbadillo, histórico caminante

Apenas si quedan algunos de aquellos miembros de la antigua tertulia de Los Caminos del Cante. Cada lunes, y durante casi tres décadas, se asomaba a las ondas una reunión de aficionados con un profundo amor y respeto por nuestro arte. Su intención era simplemente compartir y no la absurda competencia en la que hemos convertido la flamencología.

Había conocimiento y mucha pasión. Era como un equipo que se ensamblaba a la perfección con lo que cada uno aportaba. El archivo de Diego Alba, cuando los discos de pizarra no estaban tan a dominio público; la visión siempre tan profunda de Alfredo Benítez; la experiencia sobre el terreno de Domingo Rosado o Joaquín Rodríguez… Afortunadamente, nos quedan algunos como El Platero con sus vivencias o Estela Zatania con su otra visión siempre diferente. También los más jóvenes que eran asiduos como Antonio Conde, Gonzalo López o Juan María de los Ríos… Y las llamadas telefónicas a ilustres como Luis Suárez o Luis Soler. Luego, esa copita de vino en el Maypa – la otra tertulia- donde dialogábamos de cante y nada más. Ahora, es cuando me doy cuenta del valor de aquellas reuniones radiofónicas que cercenaron sin piedad los políticos mediocres e indocumentados de esta ciudad.

Juan María de los Ríos escolta a Barbadillo en el congreso de Juan Mojama en Jerez

Entre ellos, cada semana, llegaba puntual nuestro José Manuel Martín – Barbadillo y Arellano. Sus aportes eran genealógicos, cuando los padrones y legajos bien investigados derribaron tantos bulos históricos. Como aquel famoso de La Serneta o la confusión de los dos hermanos Manuel Torre, entre otros muchos. Barbadillo o el Vizconde, como le conocíamos, era locuaz y sentido a más no poder. Y quedan en los anales aquellos debates amistosos con Diego, Platero o Estela que encedían el locutorio y la audiencia a partes iguales.


Sevillano de nacimiento y jerezano de adopción, José Manuel Barbadillo tenía cierta flema inglesa y lo queríamos todos por su buen talante. Así como por su sinceridad en defensa de sus familias gitanas que tanto investigó. Tras varios años, prostrado en el lecho de la enfermedad, ayer nos dijo adiós para siempre. Quedará el recuerdo de aquella noches, de aquellos programas durante más de dos décadas con ese rictus serio pero bondadoso que tanto nos aportó con generosidad.

¡Descanse en paz el bueno de José Manuel por esos caminos del cante ya para él eternos con los que compartimos tantos sueños!

José María Castaño


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