Luis de la Pica, sueño y bohemia del cante (III): ‘De la misa al escenario y la noche’

Esta es la tercera entrega del prometido serial sobre Luis de la Pica que publicamos en la revista BIG Sur series gracias a Hojas de Hierba editorial. De participar en misas flamencas, apenas siendo un adolescente, la vida lleva a nuestro cantaor a sumergirse en la noche como fuente de inspiración o tal vez como refugio. (Fotografía de Luis de la Pica y Niño Jero: Gutiérrez y Tamayo, del libro Retrato flamenco de un tiempo, Jerez en torno a 1980)

De la misa al escenario y a la noche

Ya de jóvenes, los niños criados en el barrio de Santiago, todos los fines de semana, iban de casa en casa buscando las continuas fiestas que allí surgían. En dichos y bodas, la transmisión del cante se producía de boca a oído y no por medios mecánicos. Hay una gran diferencia en ello. El flamenco para toda esta generación era más un ritual que un mero ejercicio musical porque toda su cultura giraba alrededor del hecho cantado. Si bien, unos se hicieron profesionales y otro no.

Tengo referencias directas por el maestro Alfredo Benítez, quien las organizaba, que las primeras apariciones en público de Luis de la Pica fueron unas misas flamencas. Me contaba el recordado maestro que ya muy joven Luis de la Pica mostraba un comportamiento esquivo a los horarios y a las normas; como si no calzara bien dentro de ellas. Su participación en las ceremonias eclesiales no es muy conocida, como tampoco que fundó un equipo de fútbol amateur con chavales de Santiago llamado ‘El Pica juniors’. Las cosas…

Anécdotas aparte, el compañero Fermín Lobatón en su reciente libro Retrato flamenco de un tiempo, Jerez en torno a 1980. Entre la bohemia y el escenario (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2021) secuencia muy bien lo ocurrido en el seno de esta generación de artistas. El autor nos habla del trasiego producido entre la noche, el arte, el vino (y lo demás, añado). Por contextualizar, fue una época durante la cual se produjo una explosión de libertad, a veces de libertinaje. Aquello propició, con la llegada de la democracia al país, ciertas corrientes de finales de los 70 y principio de los 80 que sedujeron a muchos jóvenes. Fermín subraya que ‘el Pica tenía una poética que le afloraba con versos a la luna y a la noche… y que parece influenciado por la estética hippy’, al referirse a una fotografía, obra de la pareja Gutiérrez y Tamayo, del citado libro. Precisamente, en ese aire encontramos un autor muy similar en el flamenco, al menos en el ámbito conceptual. Hablo del poeta sevillano Juan Manuel Flores (autor de casi todas las letras de Lole y Manuel) quien por temática y simbolismo pudo ser cantado por el Pica en perfecta armonía de sentimientos.

La conciencia artística de Luis, por tanto, fue fruto de toda esta serie de realidades arracimadas. Las mismas que paulatinamente lo fueron invitando a refugiarse en la oscuridad de la noche para soñar despierto. Se convirtió así en un ser taciturno al que era infrecuente verlo a la luz del día, todo lo más en el amanecer. ‘Mi amor es la noche / y yo como un niño quisiera cogerla’… reflejaba en tantas de sus bulerías.

(Continuará…)

Del artículo ‘Luis de la Pica, bohemia y sueño del cante’ en la Revista Big Sur Series #2 por José María Castaño @caminosdelcante


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