Recuerdo que la profesora María Isabel Osuna de la Universidad de Sevilla participó activamente en los inicios del Aula de Estudios Flamencos de la Universidad de Cádiz. Una asociación juvenil formada por estudiantes de Derecho que ya no existe. La catedrática defendía la corriente del orientalismo musical como parte de las lejanas raíces de nuestro arte.
En su apuesta, plasmada en interesantes capítulos de la ‘Historia del Flamenco’ de la Editorial Tartessos (vol. 1, página 85 y siguientes), esboza este interesante tema en el título ‘La música arábigo – andaluza’. En sus líneas trata de señalar una herencia más o menos directa del legado andalusí en el flamenco; aunque es imposible precisarlo del todo. La profesora concluye que existieron técnicas musicales y argumentos temáticos muy cercanos. Hoy día, hay que valorar en mayor o menor medida esta línea de investigación junto a otras muchas que nos llevan a la innegable influencia de continentes como África y América. Como está demostrado, no se puede acudir sólo a una única fuente a la hora de intentar fijar los orígenes del arte jondo. Ni pretender a estas alturas que el flamenco venga unicamente de la música árabe, por tanto.

Siguiendo este tenor y en la misma enciclopedia (página 111 y siguientes), el profesor Francisco Gutiérrez Carbajo profundiza en el lenguaje empleado por Jarchas y Zéjeles de los que se tienen noticia. ‘Me adelanto a aseverar que no hay una línea interrumpida entre las jarchas u otras formas primitivas de lírica popular y las estrofas que hoy integran las líneas del cante’, concluye el investigador.
En efecto, en aquellos zéjeles y jarchas (poemas estróficos en lengua del pueblo entonces) aparecen aspectos temáticos, métricos y estilísticos heredados de ellos por las coplas flamencas. Por citar algunos ejemplos, el vocativo, la metáfora, el empleo del diminutivo o la intención de integrar melodía y letra en cortos aforismos sonoros.
La coincidencia se refiere, como es lógico, a la temática poética y no a la musical
Habría que abundar y sopesar todo esto de forma mucho más detenida y académica, por supuesto. Pero esta introducción es idónea para abordar la cuestión planteada en el título. Todo vinos porque en la cuenta de Twitter de ‘El Legado Andalusí’ (Fundación pública andaluza) algo me llamó poderosamente la atención acerca de este tema.
El poeta almeriense del siglo XI
La publicación destaca un poema u oda del almeriense Al-Sumaysir (*) que data del siglo XI y, de inmediato, en cuanto al fondo del tema literario y su argumento, me recordó una famosa malagueña que cantaba Don Antonio Chacón, que ignoro si era de su autoría.
(*) Es posible que hablemos del poeta de origen granadino, emigrado a Almería, Abū l-Qāsim Jalaf b. Faraŷ al-Ilbīrī, conocido por el apodo peyorativo de al-Sumaysir. (Fuente: Pilar Lirola Delgado, Universidad de Cádiz. Artículo: ‘Al-Sumaysir, poeta satírico testigo de las Taifas’. Publicado en Miscelánea de estudios árabes y hebraicos. Sección Árabe-Islam. Vol. 68 (2019)
La oda andalusí dice: ‘Me he detenido en al-Zahra llorando y meditando como si me lamentara sobre miembros dispersos (de mi familia). ¡Oh Zahra’!, he dicho, ¡vuelve!, y ella me ha contestado: ¿Es que vuelve lo que está muerto?…
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Don Antonio Chacón por malagueñas
La malagueña de Chacón, nueve siglos después, parece seguir un itinerario muy similar en cuanto al tema. Está en la variante que se suele denominar ‘Estilo propio’. La grabó en diferentes épocas con: ‘¡Que tienes por mi persona!’ (en 4 ocasiones); ‘De aquella campana triste’ y ‘A dar gritos me ponía’. Precisamente en esta última hay que fijarse en el final de la misma, siempre en cuanto al asunto de la copla, porque musicalmente imagino estarían muy alejadas:
‘A dar gritos me ponía / en la tumba de mi madre / a dar gritos me ponía, / y escuché un eco del viento / no me llames, me decía / que no responden los muertos’
Según Blas Vega, en su famosa biografía sobre el ‘Papa del flamenco’ esta era su letra favorita y ponía mucho énfasis interpretándola. También anota al pie que una composición casi idéntica fue recogida en un cuaderno de viaje ‘La España Negra’ por el belga Verhaeren y Darío de Regoyos en 1888.
Seguramente habrá muchos más ejemplos, pero lo cierto es que la similitud (llamada al amor pasado y respuesta inútil por la muerte de aquel) me ha parecido una gran coincidencia (casual o no) en el orden temático. Y es que en mayor o menor medida los andalusíes dejaron sus impronta flotando en el aire de nuestra Andalucía.
José María Castaño @Caminosdelcante

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