Muchos me han preguntado mi opinión sobre este asunto que está en boca de todos. Para mí sería mucho más fácil no pronunciarme al respecto; no gano nada con ello sino todo lo contrario. Hasta ‘negativo’ me han dicho algunos gestores solo por ejercer mi legítimo derecho a opinar. (El frame es de los compañeros de Canal Sur)
Pero no soy de los que se esconden por cobardía y aquí van mis impresiones, siempre con el debido respeto e intentando que prevalezca el cabal razonamiento.
Cuestión primera: El reconocimiento a Miguel Poveda
Me ha alegrado mucho que sea Miguel Poveda el galardonado. Y lo digo de corazón. Si hay un artista de fuera de Jerez que merece ser reconocido como embajador de flamenco es el artista de Badalona. Su amor por Jerez es incontestable y la ciudad le ha correspondido en multitud de ocasiones, siendo este el mayor premio muy por encima de lo institucional. Su devoción a Jerez ha ido creciendo y manteniéndose. Y ni qué decir tiene su verdadero y sincero afecto por nuestro recordado Fernando Terremoto hijo, así como hacia muchos artistas jerezanos a los que no duda en ayudar siempre y sin pedir nada a cambio. Todo esto se adereza con la virtud de una persona excepcional en todos los sentidos, generosa y humilde pese a sus logros. Miguel Poveda es de lo mejor que alguien puede conocer en el mundo flamenco en todo orden, doy fe. Consten pues mis felicitaciones (Por cierto, no fui invitado pero te hubiera dado un abrazo de los de ahora)

Cuestión segunda.- El premio, una ‘caja de Pandora’
En cuanto surgió la noticia, la polémica estaba servida. Esto lo debían saber bien los organizadores del reconocimiento y por una cuestión muy simple: tal vez sin pretenderlo, y sin dudar de su buena voluntad, el señalamiento lleva aparejado un indeseado agravio comparativo con otras figuras. No hay más, señorías. Mientras se ha nombrado embajadores a Paco Perujo, Kojima o Kristine Harptur (quienes tanto han hecho por el flamenco de Jerez) los problemas no han surgido. Pero destacar a un artista de renombre ha removido los vientos. Se escucha, por poner algún ejemplo: ¿acaso no es un desdén a figuras como José Mercé, Paco Cepero, Gerardo Núñez, Angelita Gómez o La Macanita? Incluso María del Mar Moreno que tiene escuelas en París y Milán… Es algo inevitable y a nadie contenta. Por otro lado, el argumento que esgrimen algunos por el que un embajador debe ser una persona ‘de fuera de la ciudad’ no es del todo acertado. Razón por la que esgrimen que se debe dar a ‘personas no jerezanas’ en señal de hermandad y gratitud; una acepción se sitúa en las antípodas de la significación del término. Pero no es preciso abundar en el nivel cultural de nuestros dirigentes.
Coda final.-
Por mi parte pido un respeto absoluto a la figura de Miguel Poveda, quien por fortuna está muy por encima de estas cuestiones porque es embajador de Jerez y de La Unión, de Cádiz, de Sevilla, de la memoria de Lorca…. No le quitemos por favor su ilusión por este merecido premio que estoy seguro que seguirá defendiendo con hechos sobre los escenarios con verdad y compromiso. En Jerez, no debemos rasgarnos las vestiduras y ser más papistas que el Papa. Miguel Poveda ha reventado el aforo tres noches consecutivas en el Teatro Villamarta (y pudieron ser cinco o seis), mientras con Agujetas apenas si estuvimos 300 personas en el patio de butacas. Vamos a tener todos en Jerez un poquito de por favor, yo el primero.
Ignoro el futuro de este reconocimiento pero me gustaría que por bien de todos -sobre todo de los premiados – se revisaran estos conceptos; pues me consta que no hay sino buena voluntad desde el consistorio. Mas, no es menos cierto que, en el fondo, subyace esa naturaleza intrínseca de la jerezana y el jerezano que cree siempre que lo de fuera le va a dar mucho más lustre a cuanto haga o diga. He ahí la cuestión. Jerez, la ciudad que le ofrece sus mejores soleras al que viene y que reparte el vinagre que le sobra a los suyos buscando cualquier pretexto para ello.
José María Castaño @Caminosdelcante