Una de las actividades que se ha llevado por delante esta alarma sanitaria ha sido el proyecto de nuestras Jornadas de Estudios del Cante de la Universidad de Cádiz 2020 sobre la figura de Enrique Morente, cuando se cumple el décimo aniversario de su adiós.
Se trataba de la influencia de los cantes de la provincia de Cádiz (incluyendo Los Puertos y Jerez) en el repertorio cantaor del artista nazarí. Hay quienes, como siempre, lo cuestionan todo y pusieron en duda el calado de la propuesta docente.
Sin embargo, creemos que se trata de una perspectiva cuando al menos interesante. Tan solo con acudir a los primeros discos de larga duración de Enrique, nos dimos cuenta con claridad que el cantaor tenía cierta querencia al repertorio bajo andaluz. Al menos en aquella época. Eso sí, sin dejar atrás claras concesiones, aunque menores en número, del considerado repertorio de la Andalucía oriental, incluyendo, como es lógico, su Granada natal.
Con el tiempo, Morente se hizo más generalista y su visión creadora más aguda buscando las curvas del cante. Pero el estudio en profundidad de los 3 primeros LPs (siempre tan significativos en la trayectoria de un intérprete) arroja un alto porcentaje de soleás, siguiriyas, martinetes, cantiñas, tangos, cañas e incluso bulerías por soleá. No es menos cierto que siempre guardó un espacio para malagueñas, cantes de Frasquito Hierbabuena, tarantas, cartageneras y granaínas; cantes a los que sacó un extraordinario partido. Esas tres primeras obras con un Enrique muy canónico, fueron “Cante Flamenco” (1967); “Cantes Flamencos Antiguos” (1969) y “Homenaje a Miguel Hernández” (1971).
Tantos sus biógrafos, así como testimonios directos, nos hablan de esas visitas del entonces joven cantaor a fuentes fidedignas. Las tenía en Madrid como Pepe de la Matrona o Rafael Romero “el Gallina” entre otros; pero no faltó la de Aurelio Sellés en Cádiz, e incluso Parrilla El Viejo en Jerez. Y es que esa querencia a los cantes de la escuela gaditana lo acompañaron siempre. Don Antonio Chacón, aparte.
Tal vez este trabajo salga a la luz un día para explorar los gustos de Morente en aquellas incipientes obras. Y comprobar cómo y qué escuelas en los cantes por soleá y siguiriyas, tantos y cantiñas reclamaban sus celos cantaores de juventud. Cuando cerraba este artículo, he leído uno del compañero Manolo Bohórquez que también reivindica el gusto del maestro por Sevilla y sus artistas. Otro del profesor Norberto Torres en los cantes de Almería. Sería muy interesante unir todas estas direcciones para constatar luego como el maestro del Albaicín las hace suyas con personalidad, pero con conocimiento de causa. Como un Picasso del cante.
De momento, vaya aquí una muestra y es la soleá que el maestro granaíno interpreta magistralmente – siempre a su manera y forma – en la película documental “Morente sueña la Alhambra”, junto a la guitarra de Tomatito. Una secuencia que nos lleva, bajo su prisma, al Cádiz de Enrique el Mellizo (versión Sernita) en el primero de los cantes y los de Paquirri El Guanté (r) de desarrollo – el nombrado como 2 – y de vuelta al valiente de El Mellizo en esta ocasión para cerrar, con juguetillo (a Diego Alba le gustaba decir «soleariya») dedicado a Camarón incluido.
¡Esta pequeña observación, siempre con todo el respeto y admiración, es nuestra contribución para recordar a Enrique Morente, y con ella para certificar su impagable creatividad desde el conocimiento y el amor a la tradición siempre entre los pliegues de su cante!
José María Castaño @Caminosdelcante