Carta abierta y un abrazo al maestro de la guitarra Manolo Sanlúcar

Aún resuenan los ecos de la Bienal de Sevilla 2016 en una convocatoria que cada vez se va haciendo más mediática por cuanto representa. Y ahora cuando parece que todo ha quedado en quién debe ser o no Giradillo desde Los Caminos del Cante dirigimos también nuestra atención para el maestro Manolo Sanlúcar quien no pudo estar, como hubiera querido, en su concierto del Teatro de la Maestranza. (En la foto de Seve Izquierdo: Manolo Sanlúcar junto a su amigo Manuel Morao en las jornadas que se organizaron el pasado mes de junio)

En la familia del flamenco tenemos como uno de nuestros defectos más pronunciados la amnesia colectiva y pronto olvidamos los regalos eternos que nos han brindado los grandes maestros, como Manolo Sanlúcar. Ahora con más razón que nunca le enviamos nuestro aliento con esta carta.

Querido Manolo:

Dicen que los caminos de Dios son inescrutables. Tal vez los caminos del cante y del arte, en general, lo son también ¡Lo que son las cosas! Ignoro si fueron acertados o no tus deseos de reaparición en Barcelona primero y en Sevilla después pero seguro que esas ganas de volver a los escenarios surgieron del corazón, de ese corazón que palpita como las olas salobres de la playa de Malandar.

Como siempre me ha dicho mi padre, y ahora lo creo aún más, los habitantes de las ciudades y pueblos en las que desemboca un río importante tienen un halo de misterio, de sabiduría innata. Un misticismo cotidiano palpable a simple vista pues viene arrastrando en su cauce siglos de cultura.

¿Qué decir entonces si se trata del Río Guadalquivir?  Esa arteria que cruza por el alma de nuestra Andalucía para tomar una vida nueva en las barras de arena de Sanlúcar… No dudo que a ese saber congénito se añade la jondura de siglos de un pueblo como el nuestro que lleva siglos reflejando su espíritu en el caudal de nuestro río grande con forma de daga.

Y me viene bien la imagen que tenemos todos grabada del Coto Doñana visto desde el Barrio Alto de Sanlúcar para decirte Manolo que tu arte no puede morir en un escenario; la inmensidad de tu arte desembocará ese mar que llamamos eternidad. ¿Acaso los artistas grandes como tú no han cincelado sus creaciones en los escenarios de la inmortalidad? Así, Manolo, como hace el río grande cuando surca señorial las tripas de tu Sanlúcar con rumores de manzanilla en rama.

manolosanlucarsuweb
Foto: web oficial manolosanlucar.com

Es una suerte conocerte.  Las veces que hemos coincidido han sido siempre un continuo aprendizaje y no sólo de la música flamenca a la que te consagraste como un eremita, también de la vida que tanto te condicionó con su zarpazo por la pérdida de un ser querido, tu hijo. Todo lo que nace del dolor se hace más auténtico y por ello jamás podrá la técnica con el pulso del hombre para salir a gatas de sus propios infiernos.

Cuando un maestro de tu categoría profesionalmente se ha bajado de los escenarios deja siempre su música en el aire, en la memoria. Esa que arrancó de Javier Molina cuando tu padre Isidro, el afable panadero sanluqueño, iba en bicicleta a Jerez a tomar lecciones del “Brujo de la Guitarra”.  La misma que se curtió tocándole a los más grandes del flamenco para hacernos comprender que para acompañar al cante hay que hacer llorar a la guitarra al mismo tiempo.

Esas lecciones impagables de composición flamenca como Tauromagia que nos hace soñar con una tarde en la Maestranza de Sevilla y deslumbrarnos con su amarillo albero con sólo reconocer dos acordes. O la mítica Medea, o la Locura de una Brisa que se hizo Trino gracias a los versos de tu admirado Federico García Lorca.

Y tantos y tantos regalos que nos has hecho desde esa manera de vivir que es flamenco, la posibilidad que nos dio el cielo para poder adobar como hacen en la Plaza El Cabildo el dolor y alegría en unos arpegios que matan y resucitan a un mismo tiempo.

Gracias Manolo por tu música, por tu flamenco, por tus discos, gracias por tu entereza como ser humano para hacernos comprender cómo a través de una guitarra se puede a un mismo tiempo soñar, morir, llorar, reír, olvidar, amar y sobre todo detener el tiempo.

Gracias Manolo,

Que nuestras vidas

Son los toques de un Guadalquivir

Que van a parar a la mar.

Un abrazo maestro,

José María Castaño @Caminosdelcante

Publicado por Los Caminos del Cante

Programa de radio y web del mismo nombre que se emite desde Jerez de la Frontera

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